Molching, como el resto de Alemania, sehabía volcado en la preparación del cumpleañosde Hitler. Ese año en cuestión, gracias aldesarrollo de la guerra y a la ventajosa posiciónde Hitler, los partidarios nazis de Molchingquerían que la celebración fuera especialmentesignificativa. Habría un desfile. Una marcha.Música. Canciones. Habría una hoguera.Mientras todos estaban festejando el cumpleaños de Hitler, Liesel recogia y entragaba la ropa que su mamá lavaba y planchaba.Hans,como siempre, chismoseaba por la ventana, y le contaba todo lo que veía a Rosa.~BREVE HISTORIA DEL ENFRENTAMIENTO DE HANS HUBERMANN CON SU HIJO~El joven era nazi, su padre no. En opinión de Hans hijo,supadre pertenecía a una Alemania vieja y decrépita, laAlemaniaque permitía que los demás se aprovecharan de ellamientrassu propia gente sufría. Por ser joven, estaba al tanto dequellamaban a su padre Der Juden Maler —el pintor judío—porque pintaba en casas judías. Después tuvo lugar unincidente que en breve pasaré a relatarte: el día que,justo apunto de unirse al partido, Hans lo echó todo a perder.Erasabido que no debían cubrirse con pintura loscomentariosantisemitas escritos en las tiendas judías. Esecomportamientono era bueno ni para Alemania ni para el transgresor.
Verás, puede que la gente diga que la Alemania nazi se construyó sobre la base del antisemitismo, pero todo se habría quedado en nada si los alemanes no hubieran adorado una actividad en particular: la quema. A los alemanes les encantaba quemar cosas: tiendas, sinagogas, Reichstags, casas, objetos personales, gente caída en desgracia y, por descontado, libros.
martes
El cumpleaños de Hitler, 1940
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