Cuando los Hubermann regresaron a casa, lo primero que se les ocurrió fue ir para el sótano, para ver como estaba Max. Cuando llegaron no se veía nada, el foco de luz no prendía, lo hablaron y Max contestó, y se aliviaron muchísimo. Porque pensaban que no iba a estar.
Max les contó que subió por el pasillo y que como la cortina estaba abierta, no se resigno a mirar un poco.Nadie se enojó, no había por que. A Liesel le interesaba mucho lo que el pensaba sobre lo que vió afuera, pero el solo dijo...
—Había estrellas — Me quemaron los ojos.
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