Verás, puede que la gente diga que la Alemania nazi se construyó sobre la base del antisemitismo, pero todo se habría quedado en nada si los alemanes no hubieran adorado una actividad en particular: la quema. A los alemanes les encantaba quemar cosas: tiendas, sinagogas, Reichstags, casas, objetos personales, gente caída en desgracia y, por descontado, libros.

miércoles

La oferta de frau Holtzapfel

Liesel observaba. Tuvo la desgracia de quedar
atrapada en medio, aunque Rosa la apartó de un
tirón.
—Bueno, ¿va a decirme a qué ha venido o no?
Frau Holtzapfel volvió a echar otro vistazo a
la calle.
—Vengo con una oferta.
Rosa cambió el peso a la otra pierna.
—No me diga.
—No, no para usted —le dijo a Rosa con voz
desdeñosa, y se volvió hacia Liesel—. Para ti.
—Entonces, ¿para qué ha preguntado por mí?
—Pues porque supongo que necesitaré su
permiso.
«Madre de Dios —pensó Liesel—, lo que me
faltaba. ¿Qué narices querrá Holtzapfel de mí?»
—Me gustó ese libro que leíste en el refugio.
«No, no se lo va a llevar.» Liesel lo tenía muy
claro.
—¿Sí?
—Esperaba poder oír el final durante los
bombardeos, pero por lo visto por ahora estamos
a salvo.



ROSA, LA MADRE DE LIESEL, ACEPTÓ LA PROPUESTA Y LA MANDÓ A TRAER EL LIBRO RÁPIDAMENTE. FRAU QUERÍA COMENZAR EN ESE MOMENTO,QUERIA QUE LIESEL EMPEZARA LO MAS ANTES POSIBLE PARA PODER ESCUCHAR EL FINAL DEL LIBRO. ES MÁS,EL SE PUSO ORARIOS PARA IR A CASA Y QUE LE LEYERAN.

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